Miriam lleva veinte años haciendo seguimientos a maridos y esposas infieles, estafadores de cuello blanco y trabajadores jetas. Es detective privado. Tiene una agencia en Bilbao, Abando Detectives, en la que mayoritariamente trabajan mujeres. Reconoce que es una profesión dura
José Basurto - Martes, 7 de Diciembre de 2010 - Actualizado a las 04:44h.

BILBAO. Por motivos obvios, Miriam no es su verdadero nombre de pila. Es ficticio. Lo ha elegido ella misma, la protagonista de la entrevista. Detrás de Miriam se esconde una mujer muy preparada y emprendedora que se hizo detective privado en 1990.
¿Siempre quiso ser detective?
Que va. Yo nunca pensé que iba a ser detective. Ni sabía que existían, salvo por las películas. Lo máximo que había visto relacionado con los detectives era un cartel en un pueblo francés en el que se leía: detective. Me hacía gracia, me parecía divertido.
Entonces, ¿cómo se inició en el mundo de la investigación privada?
Después de terminar Económicas comencé a trabajar en empresas haciendo informes comerciales y de solvencia. Eran temas que tenían que ver con la investigación. Y de ahí di el salto a la investigación privada.
¿Cómo lo hizo?
En primer lugar hice los estudios de detective privado y de Derecho y posteriormente monté la agencia.
¿Fueron difíciles los primeros tiempos de la agencia?
Horribles. Al principio pasaba mucha hambre. No me llamaba nadie. Tenía un teléfono y era como si estuviera en una oficina fantasma. Era horrible que no viniera nadie al despacho.
Pero aguantó y llegaron los primeros casos, ¿se acuerda de ellos?
No mucho. Pero sí me acuerdo de las primeras visitas. Fue un 10 de febrero. Se me presentaron tres locos en diferentes momentos.
¿Quiénes eran?
Uno era un señor muy mayor y maloliente. Era un abogado listísimo, pero estaba piradísimo. Otro estaba buscando a un hermano suyo. Me trajo una foto de cuando iba al colegio y me dijo que le habían visto por última vez en un pueblo. Y del tercero no me acuerdo. Aquello fue horroroso.
Pasado el tiempo, ¿se muestra satisfecha con la decisión que tomó?
Sí. Yo no me quejo del trabajo que tengo. Pero reconozco que los primeros años fueron duros. Venía alguien al despacho, te planteaba el problema y al momento no sabías qué decirle. Solo al de dos horas sabías cómo enfocar el asunto. En este sentido, la experiencia te da seguridad.
¿Qué tipo de asuntos llevan en su agencia?
Nosotros nos dedicamos fundamentalmente a temas relacionados con la investigación empresarial.
¿Puede especificar más?
Bajas laborales, competencia desleal, problemas de escuchas... todo lo que tiene que ver con el mundo de la empresa.
¿Las bajas siguen siendo las investigaciones más demandadas?
Sí. Es mayoritario dentro del porcentaje de trabajo que se hace en la oficina, pero ya no es ese volumen terrible que teníamos hace años. Antes, en las empresas había una media de un 12 a un 15% de bajas. Pero eso ahora no pasa. La gente, o se ha reincorporado o le han echado. Los tiempos no están para tonterías y ya no hay tantos maulas en las empresas.
¿Y respecto a la investigación privada?
Antes se hacía mucho tema matrimonial, pero en el origen de la ruptura. Es decir, si había cuernos o no. Porque para divorciarse era necesario alegar una causa. Ahora, todo eso ha cambiado. La gente se divorcia porque sí.
Pero siguen investigando temas matrimoniales.
Sí, pero ya no les seguimos para ver si ponen cuernos. Nuestros clientes necesitan saber si el ex está trabajando, si no pasa la pensión o si convive con alguien en un piso familiar que le han dado para utilizarlo él y los hijos.
¿A los jóvenes hacen seguimientos?
También, pero el tema de los jóvenes no es de detectives. La gente quiere saber si su hijo se droga. ¡Pero si ya saben que su hijo se droga! Por eso, es un problema de los padres, de darles una solución, y yo no la tengo.
¿Ha vivido situaciones comprometidas en los seguimientos?
Comprometidas, no. Pero sí he llegado a pasar miedo.
¿Dónde?
Aquí, en Bilbao.
¿Qué pasó?
Que aparqué detrás de un coche en el que viajaba una persona al que le llevaba una semana haciendo un seguimiento. En un momento dado salió del vehículo y vino hacia mí. Y yo pensé: este tío ya me ha cazado, me ha visto. Pero no pasó nada. No me descubrió. Simplemente abrió el portamaletas y sacó un regalo. Yo, por si acaso, estaba con el móvil llamando a una compañera diciéndole: me pega, me pega, viene a por mí. Pero no fue lo que parecía.
¿Alguna otra situación delicada?
Sí. En un pueblo de la España profunda donde solo había moscas y toros. Nada más llegar nos vino una mujer a amenazarnos. Tardamos un minuto en salir del pueblo porque todo el mundo se dio cuenta que no éramos de allí.
También habrá vivido situaciones curiosas y divertidas, ¿no?
Por supuesto. En una ocasión estaba investigando a un hombre por una baja laboral que decía que tenía un brazo mal y me lo encontré en una regata. El problema es que me lo querían presentar y yo ya había hablado con él, pero bajo otra identidad.
¿Se ha encontrado a gente conocida en sus investigaciones?
Sí. Una vez tuve que hacer unos informes comerciales de una familia de unas niñas que estudiaron conmigo en el colegio y que tenían mucha tontería y eran bobísimas. Pues resulta que el padre se dedicaba a estafar. Cada vez que les veo pasear por la calle con esa tontería que llevan encima me da mucha rabia.
¿Para hacer todos esos seguimientos se ha tenido que disfrazar?
Sí, pero de forma muy puntual. Me habré puesto peluca unas tres veces. Pero es ridículo. Si alguien conocido me ve por Bilbao paseando con una peluca sabe que estoy disfrazada. Entonces, ya me han descubierto. En cambio, si usted me ve mañana por la calle paseando normal no sabrá si estoy trabajando o no. Para este trabajo estoy disfrazada todos los días, pero de mí misma.
¿Hay que pasar desapercibido entonces?
Lo que hay que hacer es ir vestido acorde con el entorno. Hay que saber estar y saber vestir.
¿Para ser detective se nace o se hace?
Para ser detective hay que tener cualidades más que estudios. Hay que valer. El que estudia no quiere decir que valga.
Sin embargo, usted tiene una sólida formación académica
Sí, pero yo no digo que no haya que estudiar. Lo que quiero decir es que los estudios que se están dando en la Universidad no han evolucionado. La carrera está totalmente desequilibrada.
¿A qué se refiere?
A que no es normal que en tres años de carrera solo te dan ocho horas de seguimiento. Y también que se da do mucha criminología y muy poco de otras materias que son muy importantes para esta profesión.
¿Es una profesión dura?
Es una profesión muy esclava. Yo siempre la comparo con la de los periodistas. Al final, son horas y estar pendiente de los demás. Nosotros hacemos lo mismo que los robados esos de la prensa del corazón.
¿Utilizan material de alta tecnología para sus investigaciones?
Utilizamos el material que hay en el mercado. Antes importábamos muchas cosas de Estados Unidos como micrófonos y videocámaras, pero ahora podemos conseguirlas aquí.
¿Ha evolucionado mucho ese material?
Sí, muchísimo. Antes íbamos con unas máquinas réflex que las teníamos que esconder con bolsas de basura. Ahora usamos microcámaras cuyo objetivo es del tamaño de un lápiz.
¿Qué le dicen en casa del trabajo que tiene?
Nada. Mi marido ya me conocía. Y las niñas son pequeñas. De todas formas, a la niñas ya las he utilizado para trabajar. En una ocasión para entrar en un txikipark y en otra para entrar en una casa.
¿Y los amigos qué le dicen?
Todos la gente que me rodea sabe en lo que trabajo. Cuando me ven por la calle, me pregunta si les estoy siguiendo. Para mí esta profesión no es una cosa secreta.
¿El ser mujer le ha beneficiado?
Ni me ha beneficiado, ni me ha perjudicado.
Ustedes realizan una labor casi policial. ¿Tienen relación con las diferentes policías?
Nosotros no podemos hacer de policías. Solo podemos investigar cuestiones privadas. Y aquí, en Euskadi, tenemos problemas con la Er-tzaintza.
¿Por qué?
Porque hace poco nos destrozaron un trabajo que estábamos realizando al lado de donde vive Basagoiti. Nos vinieron a identificar, les enseñamos nuestros carnés, que los expide la Policía, y no pararon hasta que les dimos la grabación que estábamos haciendo. Con la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Guardia Municipal no tenemos problemas.
¿Animaría a los jóvenes a hacerse detectives?
Sí, porque existe necesidad de detectives. En la Universidad, la mayoría de los hombres que van a estudiar son policías que quieren aumentar su currículum.
http://www.deia.com/2010/12/07/bizkaia/bilbao/si-me-disfrazo-en-bilbao-como-detective-me-descubren
José Basurto - Martes, 7 de Diciembre de 2010 - Actualizado a las 04:44h.

BILBAO. Por motivos obvios, Miriam no es su verdadero nombre de pila. Es ficticio. Lo ha elegido ella misma, la protagonista de la entrevista. Detrás de Miriam se esconde una mujer muy preparada y emprendedora que se hizo detective privado en 1990.
¿Siempre quiso ser detective?
Que va. Yo nunca pensé que iba a ser detective. Ni sabía que existían, salvo por las películas. Lo máximo que había visto relacionado con los detectives era un cartel en un pueblo francés en el que se leía: detective. Me hacía gracia, me parecía divertido.
Entonces, ¿cómo se inició en el mundo de la investigación privada?
Después de terminar Económicas comencé a trabajar en empresas haciendo informes comerciales y de solvencia. Eran temas que tenían que ver con la investigación. Y de ahí di el salto a la investigación privada.
¿Cómo lo hizo?
En primer lugar hice los estudios de detective privado y de Derecho y posteriormente monté la agencia.
¿Fueron difíciles los primeros tiempos de la agencia?
Horribles. Al principio pasaba mucha hambre. No me llamaba nadie. Tenía un teléfono y era como si estuviera en una oficina fantasma. Era horrible que no viniera nadie al despacho.
Pero aguantó y llegaron los primeros casos, ¿se acuerda de ellos?
No mucho. Pero sí me acuerdo de las primeras visitas. Fue un 10 de febrero. Se me presentaron tres locos en diferentes momentos.
¿Quiénes eran?
Uno era un señor muy mayor y maloliente. Era un abogado listísimo, pero estaba piradísimo. Otro estaba buscando a un hermano suyo. Me trajo una foto de cuando iba al colegio y me dijo que le habían visto por última vez en un pueblo. Y del tercero no me acuerdo. Aquello fue horroroso.
Pasado el tiempo, ¿se muestra satisfecha con la decisión que tomó?
Sí. Yo no me quejo del trabajo que tengo. Pero reconozco que los primeros años fueron duros. Venía alguien al despacho, te planteaba el problema y al momento no sabías qué decirle. Solo al de dos horas sabías cómo enfocar el asunto. En este sentido, la experiencia te da seguridad.
¿Qué tipo de asuntos llevan en su agencia?
Nosotros nos dedicamos fundamentalmente a temas relacionados con la investigación empresarial.
¿Puede especificar más?
Bajas laborales, competencia desleal, problemas de escuchas... todo lo que tiene que ver con el mundo de la empresa.
¿Las bajas siguen siendo las investigaciones más demandadas?
Sí. Es mayoritario dentro del porcentaje de trabajo que se hace en la oficina, pero ya no es ese volumen terrible que teníamos hace años. Antes, en las empresas había una media de un 12 a un 15% de bajas. Pero eso ahora no pasa. La gente, o se ha reincorporado o le han echado. Los tiempos no están para tonterías y ya no hay tantos maulas en las empresas.
¿Y respecto a la investigación privada?
Antes se hacía mucho tema matrimonial, pero en el origen de la ruptura. Es decir, si había cuernos o no. Porque para divorciarse era necesario alegar una causa. Ahora, todo eso ha cambiado. La gente se divorcia porque sí.
Pero siguen investigando temas matrimoniales.
Sí, pero ya no les seguimos para ver si ponen cuernos. Nuestros clientes necesitan saber si el ex está trabajando, si no pasa la pensión o si convive con alguien en un piso familiar que le han dado para utilizarlo él y los hijos.
¿A los jóvenes hacen seguimientos?
También, pero el tema de los jóvenes no es de detectives. La gente quiere saber si su hijo se droga. ¡Pero si ya saben que su hijo se droga! Por eso, es un problema de los padres, de darles una solución, y yo no la tengo.
¿Ha vivido situaciones comprometidas en los seguimientos?
Comprometidas, no. Pero sí he llegado a pasar miedo.
¿Dónde?
Aquí, en Bilbao.
¿Qué pasó?
Que aparqué detrás de un coche en el que viajaba una persona al que le llevaba una semana haciendo un seguimiento. En un momento dado salió del vehículo y vino hacia mí. Y yo pensé: este tío ya me ha cazado, me ha visto. Pero no pasó nada. No me descubrió. Simplemente abrió el portamaletas y sacó un regalo. Yo, por si acaso, estaba con el móvil llamando a una compañera diciéndole: me pega, me pega, viene a por mí. Pero no fue lo que parecía.
¿Alguna otra situación delicada?
Sí. En un pueblo de la España profunda donde solo había moscas y toros. Nada más llegar nos vino una mujer a amenazarnos. Tardamos un minuto en salir del pueblo porque todo el mundo se dio cuenta que no éramos de allí.
También habrá vivido situaciones curiosas y divertidas, ¿no?
Por supuesto. En una ocasión estaba investigando a un hombre por una baja laboral que decía que tenía un brazo mal y me lo encontré en una regata. El problema es que me lo querían presentar y yo ya había hablado con él, pero bajo otra identidad.
¿Se ha encontrado a gente conocida en sus investigaciones?
Sí. Una vez tuve que hacer unos informes comerciales de una familia de unas niñas que estudiaron conmigo en el colegio y que tenían mucha tontería y eran bobísimas. Pues resulta que el padre se dedicaba a estafar. Cada vez que les veo pasear por la calle con esa tontería que llevan encima me da mucha rabia.
¿Para hacer todos esos seguimientos se ha tenido que disfrazar?
Sí, pero de forma muy puntual. Me habré puesto peluca unas tres veces. Pero es ridículo. Si alguien conocido me ve por Bilbao paseando con una peluca sabe que estoy disfrazada. Entonces, ya me han descubierto. En cambio, si usted me ve mañana por la calle paseando normal no sabrá si estoy trabajando o no. Para este trabajo estoy disfrazada todos los días, pero de mí misma.
¿Hay que pasar desapercibido entonces?
Lo que hay que hacer es ir vestido acorde con el entorno. Hay que saber estar y saber vestir.
¿Para ser detective se nace o se hace?
Para ser detective hay que tener cualidades más que estudios. Hay que valer. El que estudia no quiere decir que valga.
Sin embargo, usted tiene una sólida formación académica
Sí, pero yo no digo que no haya que estudiar. Lo que quiero decir es que los estudios que se están dando en la Universidad no han evolucionado. La carrera está totalmente desequilibrada.
¿A qué se refiere?
A que no es normal que en tres años de carrera solo te dan ocho horas de seguimiento. Y también que se da do mucha criminología y muy poco de otras materias que son muy importantes para esta profesión.
¿Es una profesión dura?
Es una profesión muy esclava. Yo siempre la comparo con la de los periodistas. Al final, son horas y estar pendiente de los demás. Nosotros hacemos lo mismo que los robados esos de la prensa del corazón.
¿Utilizan material de alta tecnología para sus investigaciones?
Utilizamos el material que hay en el mercado. Antes importábamos muchas cosas de Estados Unidos como micrófonos y videocámaras, pero ahora podemos conseguirlas aquí.
¿Ha evolucionado mucho ese material?
Sí, muchísimo. Antes íbamos con unas máquinas réflex que las teníamos que esconder con bolsas de basura. Ahora usamos microcámaras cuyo objetivo es del tamaño de un lápiz.
¿Qué le dicen en casa del trabajo que tiene?
Nada. Mi marido ya me conocía. Y las niñas son pequeñas. De todas formas, a la niñas ya las he utilizado para trabajar. En una ocasión para entrar en un txikipark y en otra para entrar en una casa.
¿Y los amigos qué le dicen?
Todos la gente que me rodea sabe en lo que trabajo. Cuando me ven por la calle, me pregunta si les estoy siguiendo. Para mí esta profesión no es una cosa secreta.
¿El ser mujer le ha beneficiado?
Ni me ha beneficiado, ni me ha perjudicado.
Ustedes realizan una labor casi policial. ¿Tienen relación con las diferentes policías?
Nosotros no podemos hacer de policías. Solo podemos investigar cuestiones privadas. Y aquí, en Euskadi, tenemos problemas con la Er-tzaintza.
¿Por qué?
Porque hace poco nos destrozaron un trabajo que estábamos realizando al lado de donde vive Basagoiti. Nos vinieron a identificar, les enseñamos nuestros carnés, que los expide la Policía, y no pararon hasta que les dimos la grabación que estábamos haciendo. Con la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Guardia Municipal no tenemos problemas.
¿Animaría a los jóvenes a hacerse detectives?
Sí, porque existe necesidad de detectives. En la Universidad, la mayoría de los hombres que van a estudiar son policías que quieren aumentar su currículum.
http://www.deia.com/2010/12/07/bizkaia/bilbao/si-me-disfrazo-en-bilbao-como-detective-me-descubren
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