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jueves, 20 de octubre de 2011

ETA pone fin a 43 años de terror


La banda anuncia el "cese definitivo" de la violencia terrorista en lo que califica como decisión "claro, firme y definitivo"

La organización emplaza a los Gobiernos español y francés a abrir un "proceso de diálogo directo"

ETA ha anunciado su adiós a las armas a través de un comunicado, escrito y en vídeo, en las ediciones digitales de los diarios Gara y Berria. Los tres encapuchados que comparecen en nombre de la organización terrorista hacen un llamamiento a los Gobiernos de España y Francia "para abrir un proceso de diálogo directo" destinado a solucionar "las consecuencias del conflicto". ETA considera que la conferencia internacional celebrada en San Sebastián es "una iniciativa de gran trascendencia política" porque su resolución, cuyos términos reproduce en su comunicado, reúne los ingredientes para una solución integral del del conflicto y cuenta con el apoyo de amplios sectores de la sociedad vasca y de la comunidad internacional". "Es tiempo de mirar al futuro con esperanza. Es tiempo también de actuar con responsabilidad y valentía", subraya.

ETA asegura que "ha decidido el cese definitivo de su actividad armada". La banda dice que el diálogo directo que propone debe tener por objetivo "las consecuencias del conflicto y, así la superación de la confrontación armada". ETA añade que con esta declaración histórica muestra su compromiso claro, firme y definitivo". Además, hace un llamamiento a la sociedad vasca para que se implique en este proceso de soluciones hasta construir un escenario de paz y libertad".

El alejamiento de la izquierda abertzale de ETA, uno de los factores determinantes en la decisión de la banda

La organización terrorista considera que se "está abriendo un nuevo tiempo político" en Euskadi. Asegura que "la crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel o el exilio. Para ellos y ellas nuestro reconocimiento y más sentido homenaje". El comunicado añade: "No ha sido un camino fácil". Los redactores de un comunicado no hacen ni una mención a las víctimas de tantos años de terrorismo.

La banda subraya que, en adelante, "el camino tampoco será fácil. Ante la imposición que aún perdura, cada paso, cada logro, será fruto del esfuerzo y de la lucha de la ciudadanía vasca". En uno de los párrafos, la banda insiste en su habitual lenguaje victimista: "Frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo. El reconocimiento de Euskal Herria y el respeto a la voluntad popular deben prevalecer sobre la imposición. Ése es el deseo de la mayoría de la ciudadanía vasca".

El aparcamiento de la T-4, tras el atentado de ETA que rompió la tregua de 2006. / CRISTÓBAL MANUEL

ETA da este paso tras verse reducida al mínimo por la presión policial y ver como su antiguo apoyo político se distanciaba de sus posiciones violentas. Uno de los pasos definitivos fue el que dio el líder de la ilegalizada Batasuna Arnaldo Otegi en el juicio del llamado caso Bateragune.

El pasado 7 de julio, Otegi admitió en su alegato en la Audiencia Nacional, que le condenó a 10 años de cárcel por colaboración con banda armada, que el atentado terrorista de la T-4 de Barajas, del 30 de diciembre de 2006, con el que ETA rompió la anterior tregua marcó el origen del distanciamiento con la banda terrorista de su brazo político y de él mismo. El alejamiento de la izquierda abertzale de ETA, como consecuencia de esa ruptura del proceso de paz de 2006, ha sido el factor determinante que ha acelerado el final de la banda terrorista, materializado en el anuncio de cese definitivo de su actividad armada.

Ha sido el último y definitivo factor que ha contribuido a acabar con más de 40 años de terrorismo etarra, aunque para diciembre de 2006 ETA ya sufría un notable acoso policial, judicial, político y social. Otegi reconoció en su alegato en la Audiencia Nacional, el pasado julio, que la izquierda abertzale rechazaba el terrorismo porque la sociedad vasca ya no lo toleraba.

Mikel Antza, tras ser detenido en Francia. / AP

Pero para llegar hasta ahí, hasta ese rechazo social en Euskadi que ha obligado a la izquierda abertzale a reclamar a ETA su final, la lucha contra el terrorismo ha cubierto una larga marcha, muy lenta en sus primeros treinta años; a paso acelerado desde el 2006, y muy acelerada en los últimos dos años.

La ruptura del proceso de diálogo entre el Gobierno y ETA, con el atentado de la T-4 es el punto de inflexión que marca la aceleración del final de ETA.

El Gobierno abordó aquel proceso con una doble intención. Tratar de lograr una paz negociada, agotando todas las posibilidades de diálogo con la banda terrorista que los pactos entre los partidos democráticos toleraban, como el de Ajuria Enea de 1988. Esto es, separar la negociación entre Gobierno y ETA, limitada a paz por presos, de la política, que debería ser asumida por los partidos.

En caso de que fracasara el proceso de diálogo, el plan B del Gobierno consistía en poner en evidencia a ETA como responsable de su ruptura para que saliera más debilitada del proceso de lo que entró.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pensó que el proceso de diálogo saldría adelante, porque cuando ETA llegó a él, llevaba tres años sin matar; había recibido importantes golpes de unas fuerzas de seguridad cada vez más profesionalizadas, el último de ellos con la detención en octubre de 2004 de su principal líder desde los años noventa, Mikel Antza; la izquierda abertzale estaba en la ilegalidad por la aplicación de la Ley de Partidos, que entró en vigor en 2003, y tenía un rechazo social ya considerable por la unidad de los partidos democráticos vascos, nacionalistas y no nacionalistas, y por la potencia movilizadora de las organizaciones sociales vascas contra ETA.

Otegi reconoció en la Audiencia Nacional que la sociedad vasca ya no toleraba el terrorismo

Esta marea había ido creciendo poco a poco desde el Pacto de Ajuria Enea, de 1988, primer hito importante en la política antiterrorista al iniciar la deslegitimación social de la banda terrorista por la movilización callejera y la unidad entre nacionalistas y no nacionalistas.

Además, para ese momento, año 2006, ETA ya tenía un contexto internacional muy desfavorable, con el terrorismo de Al Qeda en el centro de la escena y con el IRA, la única banda terrorista europea además de ETA, en su retirada final.

Arnaldo Otegi, durante el juicio por el 'caso Bateragune'. / EFE

Con el fracaso del proceso de diálogo, el Gobierno logró al responsabilizar a ETA de su ruptura el aislamiento internacional de la banda. Con esa oportunidad perdida por ETA ya ningún país iba a pedir al Gobierno, como sucedía hasta entonces, que acabara con la banda por la vía del diálogo. Lo que se tradujo en una mayor intensidad en la colaboración internacional contra ETA.

Asimismo, el Gobierno, al contrario de anteriores treguas, no bajó la guardia en el seguimiento de los terroristas, y al año de que ETA rompiera la tregua, en el verano de 2008, había puesto fuera de combate a los cinco comandos que tenía preparados para atentar. La cifra de víctimas fue la quinta parte de las que hubo tras la ruptura de la anterior tregua, la de 1998.

Con ser muy importantes la suma de todos estos factores para explicar el final de ETA, el definitivo fue el alejamiento de la izquierda abertzale de la banda terrorista, tras el atentado de la T-4 en Barajas, esto es la desafección de su brazo político.

Tras la ruptura de la tregua en junio de 2007, Otegi fue encarcelado. Desde la prisión abrió un proceso de reflexión, con numerosas consultas con los partidos nacionalistas, y pergeñó un proyecto de polo soberanista, de unidad de los partidos independentistas vascos, utilizando sólo medios pacíficos y políticos. Su proyecto se daba de bruces con ETA, que reinició la actividad terrorista, con una decena de asesinatos desde la ruptura de la tregua en junio de 2007 hasta julio de 2009, en que se produjo el último.

El precio que pagó ETA por su regreso al terrorismo fue altísimo. En un año cayeron todos sus comandos activos y cuatro cúpulas dirigentes fueron detenidas en tan sólo dos. El acoso policial era absoluto.

Otegi, respaldado por Rufi Etxeberria y Rafael Díez Usabiaga, apostó decididamente por el proyecto de polo soberanista. En noviembre de 2009, con Otegi encarcelado de nuevo, la izquierda abertzale presenta en Alsasua y Venecia el documento Zutik Euskalherria, que recoge su apuesta exclusiva por vías políticas y pacíficas. Lo llevan a debate en sus bases y en febrero de 2010, la izquierda abertzale aprueba por un 80% frente a un 20% el rechazo a la violencia.

Este hecho marca un hito en el llamado MLNV y Etxeberria se adelanta a reclamar a ETA a que se pliegue a la petición de las bases de la izquierda abertzale por una votación democrática que le obliga.

A partir de ahí, de febrero de 2010, la izquierda abertzale inicia una administración de los tiempos para convencer a ETA a que cese la violencia. Y lo hace a través de una liturgia para la que cuentan con el abogado surafricano, Brian Currin, mediador en los conflictos irlandés y surafricano, y al que también había recurrido la izquierda abertzale como asesor en el proceso de paz de 2006.

En marzo de 2010, Currin logra que varios premios Nobel de la Paz, irlandeses y surafricanos, reclamen a ETA una tregua permanente y verificable, en lo que se ha denominado la Declaración de Bruselas. ETA tarda en responder seis meses, a septiembre, con un compromiso de cese de las actividades violentas sin más.

En septiembre, la izquierda abertzale, acompañada de Eusko Alkartasuna y Aralar, promueve una declaración, en Gernika, en la que reclama a ETA una tregua permanente y verificable. En enero de 2011 responde a la Declaración de Bruselas y a la de Gernika con la declaración de tregua permanente y verificable que le pedían.

En febrero de 2011, la izquierda abertzale sorprende con la presentación de los estatutos de un nuevo partido, Sortu, en los que rechaza expresamente la violencia de ETA y plantea el reconocimiento de todas las víctimas del terrorismo.

En mayo recupera la presencia institucional en ayuntamientos y diputaciones, a través de la coalición Bildu, en que se plasma el polo soberanista de Otegi. Bildu obtiene el mejor resultado histórico de la izquierda abertzale, el 25% de los votos.

A partir de ahí, la izquierda abertzale se impone sobre ETA. “La decisión de ETA ya está tomada”, dice Rufi Etxeberria, Y todo se acelera. En un primer momento, la izquierda abertzale, cuando Zapatero anuncia el adelanto electoral al 20 de noviembre, opta por esperar a la llegada de un nuevo Gobierno para dar más pasos.

Finalmente, y animada, entre otros, por el PNV, decide montar la escenografia para preparar el anuncio de ETA de cese definitivo de las armas. El argumento es que conviene avanzar lo suficiente en el proceso para que el nuevo Gobierno tenga muy difícil la marcha atrás.

La izquierda abertzale recurre al movimiento social Lokarri y al Grupo Internacional de Contacto, de Currin, para que organicen una Conferencia Internacional en San Sebastián.

Con ello consiguen que seis personalidades internacionales —el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan; los ex primeros ministros irlandés y noruega, Bertie Ahern y Gro Harlem Brutland; el ex ministrio francés de Interior, Pierre Joxe; el ex jefe de Gabinete de Tony Blair, Joanthan Powell, y el líder del Sinn Fein, Gerry Adams— se dirijan a ETA para reclamarles el cese definitivo de la violencia a cambio de medidas a favor de los presos así como una serie de sugerencias, que no condiciones, a los gobiernos español y francés.

El acto se escenifica en una Conferencia Internacional en San Sebastián el 17 de octubre. Al día siguiente, la izquierda abertzale se suma a la reclamación de la Conferencia a ETA.


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